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Ya estamos con el Ipad en España 24H

viernes, 28 de mayo de 2010


¿Un portátil? ¿Un teléfono? ¿Un tablet? No, es un iPad. La Voz lo ha probado y este es el resultado de pasar 24 horas con el gadget de moda: 23.30 horas. Veo el iPad en vivo y en directo por primera vez. Pierdo la objetividad: es imposible no reconocer que Apple logra que sus productos entren por los ojos. Plano, delgado, con los iconos de colores en la pantalla como los de un iPhone. Me gusta. Pero el hechizo inicial se desvanece ligeramente al tomarlo entre las manos: pesa más de lo que parece. Se notan los 680 gramos. Es tarde, así que el iPad se va conmigo a la cama. Pero la señal wifi no llega bien a la habitación y pienso que desde el principio debería haber salido en versión 3G. Da igual, lo que quiero es leer un libro... en el iPad. La aplicación me permite cambiar el tamaño de la letra y el interlineado, y el scroll es automático. Se lee bien y no cansa la vista. 9.30. Un zumo de frutas, un tazón de cereales, el periódico y el iPad. El wifi del salón me hace volar en Internet. Abro varias ventanas para leer las noticias, configuro el correo electrónico... Es intuitivo y sencillo, las aplicaciones abren rápido, pero, ¡un momento!, ¿dónde está el USB? En ninguna parte. Ni USB ni cámara, dos nuevas -y grandes- decepciones. 11.00. Me traslado al ordenador. Falta una semana para que el iPad empiece a venderse en España, así que me imagino que iTunes continúa bloqueado (lo probé días antes), pero me sorprendo al comprobar que ya está abierto y dedico un par de horas a descubrir y descargar aplicaciones. 13.30. Las aplicaciones me sorprenden. No son una versión más grande de las del iPhone, y se nota que los desarrolladores se han esmerado. El nombre de Apple está grabado en la historia del márketing: sus productos no son solo los gadgets , sino todo lo que hay para meter en ellos. Juegos, mapas, libros, música, vídeos. Incluso pueden tocarse instrumentos musicales y usar un GPS. 14.00. Llega el momento de salir de casa y el iPad cabe perfectamente en mi bolso. Es un poco pesado para pasearlo por toda la ciudad, pero está bien si vas a comer con tus amigos (que flipan con el «cacharrito» durante la sobremesa). 16.30. Sala de espera del médico. Durante una hora aprovecho para ver la mitad de una película. La imagen es ideal y el sonido perfecto. Utilizo la funda rígida para colocarlo sobre mis piernas, es cómoda para situaciones como esta o para ponerlo sobre una mesa o escritorio, ya que la funda se dobla, permitiendo que el iPad quede en una posición inclinada ideal para escribir o para no tener que sostenerlo con las manos. Pero todas las fundas son negras. Punto menos, considerando que Apple está tan abocada al diseño. 20.30. De nuevo en casa. Sincronizo el iPad con el ordenador y lo lleno de fotos. Se ven bien y es fácil pasarlas o hacer zum con los dedos. La navegación táctil es sencilla y cómoda. 22.00. Asumo la posición para la que parece haber sido creado el iPad -en el sofá con las piernas dobladas- y me dedico a contestar correos. La pantalla puede usarse, con su teclado, en vertical o en horizontal. En horizontal es tan cómoda que incluso ahora mismo estoy en el sofá terminando de escribir esta crónica. 23.30. Momento de terminar esa película que dejé a la mitad en el médico. Y aún le queda un 36% de batería. Cuando acabe habrán pasado ya 24 horas con el iPad, algo así como un iPhone hipervitaminado, mezcla de iPod, netbook y libro electrónico, pero sin sustituir a ninguno.

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